Si tuviésemos que partir con un meme, sería el de “Míriam, pon la tetera”; porque este post ahondará brevemente en una de las pugnas de poder y dinero que se desarrolla en una de las instituciones más importantes para los chilenos: Colo Colo. Y lo más importante, te mostraremos cómo esto sirve para entender un poquito más lo que son las acciones.
Las empresas suelen representarse y tomar decisiones en base a directorios. Hay “x” cantidad de directores -o sillas- y de sus conversaciones o votaciones se definen las acciones a tomar. En Colo Colo son 9: cuatro sillas eran del ‘bloque Vial’, tres de Aníbal Mosa y dos del Club Social y Deportivo, el último vestigio de lo que era Colo Colo antes de ser sociedad anónima.
La cosa es que Mosa y el bloque Vial no se llevan. Un día, el primero anunció públicamente que quería vender su paquete de acciones, que corresponde a tres sillas (¿recuerdas que te explicamos anteriormente las acciones. Si no, te aconsejamos ir al diccionario Clever). Y les puso un precio: el remate sería de las 37,4 millones de acciones en su poder, cada una a $300.
Pero, pero, pero… León Vial, que hace meses había expresado su intención de vender, apareció el día antes de la venta de Mosa, con un remate de su paquete de acciones a $270 (tres de las cuatro sillas). Un 10% más barata que su rival. Con eso se dio dos gustitos: lograr salir de Colo Colo como quería y golpear a su rival en el bolsillo, donde duele.
Mosa tuvo que recular en su venta. Y era obvio, porque si quiere intentarlo en el futuro cercano, debe ofrecer su acción más barata que las de Vial, como para que los inversionistas lo tomen en serio. O sea: perder plata.
Aquí se aprecia bien el hecho de que el valor de una empresa, en este caso una acción, no tiene una fórmula exacta que la calcule. Si Mosa quería vender un papel en $300 pesos y los inversionistas estaban dispuestos a pagarlo, listo, el mercado lo validaba. Pero si su rival de pronto ofertaba la acción un 10% más baja, puf, los que meten plata están todavía más contentos.
Es como lo que ocurre con Tesla. Si Elon Musk logra el sueño de poner su anhelado cohete en el espacio, el mercado reacciona y la bolsa proyecta que las acciones de la empresa son aún más valiosas. Claro, potencialmente es un paso importante para que Tesla sea en un futuro la empresa que haga viajes comerciales por el Sistema Solar. Quien sabe. Y al revés, si Tesla presenta su nueva camioneta eléctrica y en verdad nadie la encuentra bonita, las acciones bajan porque, no se pos, pensarán que Musk perdió el sentido estético.
Ah, casi se nos va. El tema de las sillitas. En general el accionista mayoritario que posee más del 50% de las acciones es quien tiene control de una empresa, porque proporcionalmente es quien tiene más representantes en el directorio. Si ese no es el caso, se pueden armar bloques.
El bloque Vial sumaba más sillas que Mosa, pero este último era el presidente y quien tenía la ‘sartén por el mango’ en el club. ¿La razón? Una alianza de fuerzas implícita con el Club Social, que sumados pasaban adelante 5 contra 4 en número de directores.