Uno de los principales errores que puedes cometer con tus finanzas es endeudarte y hacerlo en niveles que excedan tu capacidad de pago. Sin embargo y pese a que en Clever siempre te recomendamos organizarte para aquellas comprar más importantes (y que utilizan parte importante de tus ingresos), debes saber que no todas las deudas son malas. ¿Sabes cómo diferenciar una deuda buena de una mala? Aquí te contamos todo lo que tienes que saber.
Ten en cuenta que la principal diferencia entre una buena de una mala deuda es lo que hagas con ellas: es decir es uso que le estás dando al dinero de esa deuda.
Entonces, una mala deuda se podría considerar como aquellas que se adquieren para algo que quieres, pero que no necesariamente necesitas. Son aquellas que te pueden generar un estrés financiero y que pueden complicar tu presupuesto.
Así, una mala deuda se puede definir como los prestamos o créditos que utilizas para la compra de un pasivo, o algo que no te va a generar ingresos. Aquí te dejo algunos ejemplos:
Préstamos para financiar las compras de Navidad.
Pagar las vacaciones con la tarjeta de crédito.
Préstamos para cubrir otros préstamos de corto plazo.
Si lo piensas, este tipo de compras se pueden organizar de mejor manera y cubrirlas a través de un ahorro previo.
Por otro lado, están las deudas buenas o aquellas que te pueden ayudar a hacer crecer tu patrimonio. Es decir, estás pidiendo dinero prestado con la finalidad de adquirir bienes o llevar a cabo inversiones que te van a reportar un flujo de dinero. ¡Son útiles!
El clásico ejemplo de una buena deuda es aquella que utilizas para adquirir un inmueble como un departamento o una casa que después vas a arrendar.
También se considera una buena deuda la que destines a educación. Recuerda que la educación se relaciona con el desarrollo de capacidad y con la habilidad de encontrar nuevas oportunidades en el campo laboral ¡Invierte en tu educación!
Si te endeudaste con la finalidad de comenzar un negocio, esto también se considera como una buena deuda, convirtiéndose en un valioso activo para ti.
Otros ejemplos de buenas deudas son la compra de arte, antigüedades o terrenos, o todo tipo de objetos que te puedan generar rentabilidad o ganancias en el futuro.
Recuerda que con una buena planificación financiera puedes evitar recurrir a las malas deudas y afectar tu presupuesto.
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