La esencia de Clever es poner al alcance de todos los chilenos, de forma sencilla e intuitiva, la inversión en Fondos Mutuos. En parte es para que todos se empoderen de sus finanzas y el control de sus sueños a futuro, pero en gran medida se debe a que esta herramienta es una de las mejores para manejar tu dinero como si fueras experto, sin necesidad de realmente serlo. Aquí te explicaremos por qué.
Supongamos que escuchaste por ahí que invertir en Amazon es una buena idea. O en la empresa Nvidia, porque fabrica las tarjetas gráficas que hoy utilizan las empresas que trabajan con inteligencia artificial y los mineros de criptomonedas. Ya pos, compremos una acción entonces… chuta, no es tan fácil. Primero debes ir con un corredor de bolsa que te cobra comisión. Y si quieres comprar una acción completa, la de Amazon cuesta más de 3 mil dólares y la de Nvidia sobre 500 dólares. Ya, mejor no invierto ná.
Momento. En este dilema, los fondos mutuos son una gran solución. Su funcionamiento consiste en una especie de “vaquita”, tal como la que haces con amigas y amigos, donde mucha gente pone plata en un fondo, para que sea usada por expertos que la invierten en distintos instrumentos financieros a la vez -bonos, ETF, acciones, entre otros- y en múltiples empresas e índices bursátiles. Así, este esfuerzo “conjunto” te permite acceder a mecanismos que por ti solo no serían tan sencillos. Y lo mejor, la rentabilidad se distribuye de manera proporcional a lo que aportaste en ese fondo.
Pero mejor expliquémoslo con peras, manzanas y, en este caso, papas. Esta historia se trata de la agricultora de Cleverlandia…
En una aldea de gente trabajadora de la tierra, vivían decenas de agricultores que siempre se dedicaron a lo mismo: plantar papas. Con el tiempo comenzó a surgir una preocupación. Los lugareños, comparados con los vecinos de la otra aldea, se veían notoriamente más débiles, pálidos y viejos.
La preocupación fue tal, que un agricultor fue a buscar a un médico que vivía en Cleverlandia. Al llegar, el doctor rápidamente identificó que el problema era su dieta. Es decir, todos se veían a mal traer porque únicamente consumían agua y papas, siempre. Estaban malnutridos. “Necesitan urgentemente ponerse a plantar otras cosas”, dictaminó.
Y fue un problema grandote. Todos los agricultores coincidían en que debían hacerle caso al doctor, pero nadie se atrevía a plantar algo nuevo porque no tenían experiencia y temían perderlo todo. Hasta que el médico dijo: “No se desesperen, yo conozco una agricultora de Cleverlandia que encantada vendrá a ayudarlos”.
Luego de dos días, llegó la famosa agricultora. Clementina se llamaba. Entró a la granja donde estaban todos los lugareños discutiendo y, al escuchar sus argumentos, tomó una cesta grande y gritó para tener la atención de todos.
“Escuchen, entiendo que nadie quiere asumir el riesgo de plantar algo nuevo, pero yo tengo mucha experiencia en todo tipo de plantaciones y su tierra es ideal para lograrlo. Tal vez piensen que esto es un desafío personal, pero les prometo que si todos ponen de su parte y confían parte de su dinero en esta cesta, yo los ayudaré a que salgan adelante”, dijo Clementina.
Si bien los agricultores escucharon la idea con algo de resquemor, al final terminaron accediendo. Todos, algunos más, otros menos, pusieron parte de su dinero en la cesta, y con esos fondos, la agricultora compró los implementos y contrató a las personas que la ayudarían a crear estas nuevas plantaciones. Y así fue, en unos cuantos meses, además de papas, tenían lechugas, tomates, trigo, peras y manzanas. Por otra parte, al final de cada cosecha, entre todos se repartían, de manera proporcional a lo que habían aportado en la cesta, los excedentes y ganancias de las plantaciones.
La idea resultó tan bien, que los mismos agricultores propusieron instaurar una nueva cesta, para que la aldea plantara frutos de mayor cuidado, como las sandías, las cerezas, los frutos secos y las paltas.
En la vida real, la cesta viene siendo el fondo donde las personas invierten, y Clementina, la agricultora, es la plataforma donde expertos ayudan a gestionar y diversificar tus inversiones. Y así como los lugareños vieron que su dinero se materializó en lechugas, tomates, peras y manzanas, en un fondo mutuo tu dinero se expresa en acciones distribuidas en cientos de compañías, ETF de empresas tecnológicas de Estados Unidos, países emergentes, bonos de tal y cual lado, etc. Mientras más diversificado es tu portafolio, más probable es que te vaya bien con tus inversiones.
¿Qué ocurre con la nueva cesta para plantar frutas de mayor cuidado? Eso simboliza que los lugareños aprendieron a convivir con el riesgo de su inversión, así que apostaron por un fondo más arriesgado, pensando que a futuro será aún más beneficioso para la prosperidad de la aldea.
Y tú, ¿qué esperas?